|
The Untold Story of the Cuban Five A Very Important Liar by Ricardo Alarcón de Quesada Luis Posada Carriles is a real VIP enjoying unique courtesies and privileges not offered to other dignitaries and celebrities. But he is also a self-confessed and duly certified international terrorist.
Yes, it's been a long career of infamy, always on behalf of US goals and interests as proudly proclaimed by his Miami lawyer. If we are to believe his words all through that period Posada has visited the US several times, although unnoticed. One day he decided to settle there for good. After all, his family has been residing in Miami for decades. And then he went back home. Posada Carriles entered Florida in March 2005, clandestinely, without a US visa, like millions of Latinos try to do unsuccessfully time and again. But he was not arrested, much less deported. The story of how he did it in the Santrina boat with the help of his US based terrorist network was described in a Yucatan newspaper, “Por Esto”, in a story widely disseminated through the continent. Everybody knew it except the Bush Administration, which insisted for two months that they knew nothing about his whereabouts--until, that is, Posada convened a press conference in May to announce his willingness to continue waging from Miami his total warfare against the Cuban Revolution. Having no other option, the Bush Administration detained Posada and took him to the immigration facility in El Paso, where they had prepared for him VIP quarters, completely separated from the general population, with special food and amenities of every sort, even the possibilities to meet friends and journalists. Posada’s only grumble: the US protocol failed to provide him Cuban guava pastries. According to official papers submitted by the US Government to migratory Courts, Washington deployed strenuous diplomatic efforts trying to convince other countries to grant shelter and protection to Posada. American diplomats approached governments in Central and South America and even in Europe asking them to receive the notorious VIP. Without exception the answer always was: No thanks. Ironically Washington has yet to answer the diplomatic note presented by Venezuela on June 15, 2005 for his detention and subsequent extradition to Caracas in accordance with the Extradition Treaty existing between both countries. The Bush Administration, and so far his successor, choose to accuse him of being a liar and entered in a deliberately confused litigation with Mr. Posada for allegedly not being truthful with immigration officials about how he entered the country. As a result, an administrative Court sent Posada home to keep comfortable, arguing for his formal admission by authorities who have shown such unparalleled patience and understanding. How many undocumented poor Latinos have had that opportunity? How many of them have, in the meantime, been freed and allowed to walk away unmolested and do whatever they want to? Posada doesn’t complain anymore. He is a free man in Miami eating plenty of guava pastries. Ricardo Alarcón de Quesada is president of the Cuban National Assembly. Previous articles in the series:
|
La Historia no contada de los Cinco La Importancia de ser un Mentiroso por Ricardo Alarcón de Quesada Luis Posada Carriles es un genuino VIP* que disfruta cortesías y privilegios únicos que no se brindan a dignatarios y celebridades. Pero también es un terrorista internacional confeso y debidamente certificado.
Sí, ha sido una larga carrera de infamia, siempre a nombre de los intereses y objetivos de Estados Unidos, como proclamó orgullosamente su abogado de Miami. Si vamos a creer en sus palabras, durante todo ese período Posada visitó Estados Unidos en varias ocasiones, aunque pasando inadvertido. Un día decidió establecerse allí para siempre. Después de todo, su familia ha estado residiendo en Miami por décadas. Y entonces regresó a casa. Posada Carriles entró a la Florida en marzo de 2005, de forma clandestina, sin visa norteamericana, como millones de latinos tratan de hacer infructuosamente una y otra vez. Pero no fue arrestado, y mucho menos deportado. La historia de cómo lo hizo, en el barco Santrina con la ayuda de su red terrorista radicada en Estados Unidos, fue descrita en el periódico “Por Esto” de Yucatán, en una crónica ampliamente difundida por todo el continente. Todo el mundo sabía esto, excepto la Administración Bush, que insistió durante dos meses en que no sabía nada de su paradero, hasta que Posada convocó a una conferencia de prensa en mayo para anunciar su disposición de continuar haciendo desde Miami su guerra total contra la Revolución Cubana. No teniendo otra opción, la Administración Bush detuvo a Posada y lo llevó a un centro de inmigración en El Paso, donde prepararon para él un área VIP, completamente separada de la población general, con comida especial y servicios de cualquier tipo, incluso con posibilidades de reunirse con amigos y periodistas. La única queja de Posada: el protocolo norteamericano no pudo proporcionarle pastelitos de guayaba cubanos. De acuerdo con documentos oficiales presentados por el Gobierno de Estados Unidos a los tribunales de inmigración, Washington desplegó arduos esfuerzos diplomáticos tratando de convencer a otros países a que le dieran amparo y protección a Posada. Los diplomáticos norteamericanos se acercaron a gobiernos en América Central y América del Sur, e incluso en Europa, pidiéndoles que recibieran al tan famoso VIP. Sin excepción la respuesta siempre fue: No, gracias. Irónicamente Washington tiene todavía que responder a la nota diplomática presentada por Venezuela el 15 de junio de 2005 para su detención y subsiguiente extradición a Caracas conforme al Tratado de Extradición existente entre ambos países. La Administración Bush, y hasta ahora su sucesor, optaron por acusarlo de ser un mentiroso y entrar en un litigio deliberadamente confuso con el Sr. Posada acusado de no haber sido sincero con los funcionarios de inmigración acerca de cómo entró en el país. Como resultado, un tribunal administrativo envió a Posada a casa para que pueda cómodamente seguir reclamando su admisión formal a unas autoridades, que han mostrado una paciencia y comprensión sin paralelos. ¿Cuántos pobres latinoamericanos indocumentados han tenido esa oportunidad? ¿Cuántos de ellos, mientras tanto, han sido liberados y se les ha permitido irse sin ser molestados y hacer lo que les venga en ganas? Ya Posada no se queja más. Es un hombre libre en Miami comiendo muchos pastelitos de guayaba. |
|