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The Untold Story of the Cuban Five It Happened in Miami by Ricardo Alarcón de Quesada The Court of the Southern District of Florida is not an international tribunal, neither is it a UN body having jurisdiction on matters affecting relations between countries. It has a very specific duty, which is to determine if a particular defendant is guilty or not of a concrete charge. In instructing the jury in the case of Gerardo Hernandez, the Court recalled the language of the Government’s indictment:
Judge Lenard pointed out that Gerardo:
She elaborated further:
Such a crime had never occurred. During seven months of trial the prosecutors failed to provide any piece of evidence implicating Gerardo in the tragic event of February 24, 1996, nor could they demonstrate, “beyond a reasonable doubt”, the exact location of the incident--something that ICAO experts had already failed to determine. It should be noted, however, that Cuban radars showed clearly the shoot-down taking place well inside our territory, that the only remnants were found very close to Havana waterfront and that the US coast guard, having failed to find anything in the international area, asked on February 25th officially through the State Department for Cuba’s permission to search within our territorial waters. The local media – the same government-paid “journalists” that had fabricated the accusation in Count 3 – became nervous and even announced an imminent defeat. A few days earlier, as soon as the judge made it known to the parties her instructions to the jury, the prosecutors took what they described as “the unprecedented step of petitioning” – to the Court of Appeals – “for a writ of prohibition” because “in light of the evidence presented in this trial, this [the instructions to the jury] presents an insurmountable hurdle for the United States in this case, and will likely, result in the failure of the prosecution on this count.” (Emergency Petition for Writ of Prohibition, May 30, 2001, pages 4 and 21). After recognizing again that the instruction “imposes an insurmountable barrier to this prosecution” the government asked the Court of Appeals to urgently decide:
The Court of Appeals denied the emergency petition and accordingly the district judge maintained her instructions as quoted above. Some on the defense team were jubilantly celebrating a victory that was anticipated even by the prosecutors. But it took the jurors a few minutes, without asking any questions, to find Gerardo guilty of conspiracy to commit murder in the first degree in the special maritime and territorial jurisdiction of the United States, a “crime” that he did not commit and which the prosecutors had desperately tried to withdraw. That happened in Miami. In Miami, it is normal to kidnap with impunity a six-year-old boy, so why should it be difficult to condemn a young man for a “crime” that didn’t occur? Ricardo Alarcón de Quesada is president of the Cuban National Assembly. Previous articles in the series: |
La Historia no contada de los Cinco Sucedió en Miami por Ricardo Alarcón de Quesada El Tribunal Federal de primera instancia del sur de la Florida no es un tribunal internacional, ni tampoco es un organismo de la ONU que tenga jurisdicción sobre asuntos que afectan las relaciones entre las naciones. Tiene una tarea muy específica, que consiste en determinar si un acusado en particular es o no culpable de un cargo concreto. Al darle instrucciones al jurado en el caso de Gerardo Hernández, el tribunal recordó el lenguaje de la Causa del Gobierno:
La jueza Lenard señaló que Gerardo:
Ella elaboró aún más:
El delito nunca ocurrió. Durante los siete meses del juicio, la fiscalía no presentó prueba alguna que implicara a Gerardo en el trágico suceso del 24 de febrero de 1996, ni tampoco podía demostrar, “más allá de una duda razonable”, el lugar exacto del incidente - algo que los expertos de la Oficina de Aeronáutica Civil Internacional (OACI) no habían podido determinar. Cabe señalar, sin embargo, que los radares de Cuba claramente demostraron que el derribo ocurrió muy adentro de nuestro territorio, que los únicos restos que econtraron fueron hallados muy cerca de las orillas de La Habana y que la Guarda Costa de EE.UU., al no encontrar nada en el área internacional, pidió el 25 de febrero oficialmente a través del Departamento de Estado permiso a Cuba para hacer una búsqueda dentro del área de nuestras aguas territoriales. Los medios noticiosos locales -los mismos “periodistas” a sueldo del gobierno quienes inventaron la acusación del Cargo 3- se pusieron nerviosos y hasta anunciaron inminente derrota. Unos pocos días anteriormente, en cuanto la jueza le avisó a las partes de sus instrucciones al jurado, los fiscales tomaron lo que ellos mismos describieron como “el paso sin precedentes de peticionarle” -al tribunal de apelaciones- “un writ (orden legal) de prohibición” porque “teniendo en cuenta la evidencia presentada durante el juicio, esto [las instrucciones al jurado] constituye un obstáculo insuperable para los Estados Unidos en este caso, y probablemente tendría como consecuencia el fracaso de la Causa en relación con este cargo.” (Emergency Petition for Writ of Prohibition, 30 de mayo de 2001, páginas 4 y 21) Después de haber reconocido nuevamente que la instrucción al jurado “le impone una barrera insuperable a esta fiscalía”, el gobierno le pidió al tribunal de apelaciones que tomara una urgente decisión:
El Tribunal de Apelaciones denegó la petición de emergencia y consecuentemente el juez de tribunal de primera instancia mantuvo las instrucciones anteriormente citadas. Algunos miembros del equipo de la defensa estaban ya felizmente celebrando una victoria que hasta la fiscalía había previsto. Sin embargo, los miembros del jurado tardaron unos pocos minutos, sin hacer pregunta alguna, en declarar a Gerardo culpable de conspiración para cometer asesinato en primer grado en la jurisdicción especial marítima y territorial de los Estados Unidos. Un “delito” que no cometió, y que los propios fiscales habían tratado desesperadamente de retirar. Eso ocurrió en Miami. En Miami, es normal secuestrar impunemente a un niño de seis años, ¿por qué pensar que sería tan difícil condenar a un joven por un “crimen” que nunca ocurrió? |
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