NATIONAL COMMITTEE TO FREE THE CUBAN FIVE
Comité Nacional por la Libertad de los Cinco Cubanos

HOME  •  News Updates  •  Calendar  •  Resources  •  Store/Donations  •  Contact Us  •  HOME
Portada  •  Noticias  •  Calendario  •  Recursos  •  Tienda/Donaciones  •  Contáctenos  •  Portada

 
 

The Trials of the Cuban Five

Spies Without Espionage

by Ricardo Alarcón de Quesada
Aug. 28, 2009
Reprinted from CounterPunch

The first indictment in September 1998 charged the Cuban Five of being unregistered Cuban agents and of other minor violations. The government also charged three of them--Gerardo, Ramón and Antonio--with “conspiracy to commit espionage” (Count Two of the indictment)

Prosecutors didn’t accuse any of them of actual espionage for a very simple reason: there was not such a thing and thus it could never be proven. The prosecutors went even farther. At their opening statement they warned the jury not to expect them to present any secrets or anything of that sort. The only thing the prosecution needed was to “convince” the jurors that the defendants were really bad people capable of conceiving an attempt to endanger the national security of the United States sometime in a hypothetical future. And, they argued, the defendants had to get the most severe punishment possible because they were the really bad guys disrupting the peace and tranquility in Miami. Remember Elian?

In order to achieve that goal the prosecutors, notwithstanding what their own indictment said, made the most inflammatory kinds of statements at trial, accusing the Five of no less than trying “to destroy the United States” and reminding the scared jurors that if they failed to condemn them they will “betray the community”.

The media did the rest of the job. They have always portrayed the Cuban Five as “spies” or as people accused of being “spies”. The media went into overdrive in performing their task. They keep repeating the same tune even after the en banc Court of Appeals unanimously determined in September 2008 that there was no evidence that the accused had “gathered or transmitted top secret information” or that they had damaged the national security of the United States and thus it decided that the sentences for Charge 2 (conspiracy to commit espionage) were erroneous, it vacated them and remanded Ramon and Antonio for resentencing (Eleventh Circuit Appeals Court, No. 01-17176, D.C Docket No. 98-00721-CR-JAL, pages 70-81). Nevertheless, even though it acknowledged that the same procedure should be applied to Gerardo, in an astounding act of judicial discrimination, the court refused to do so adducing that a life sentence was already weighing against him.

As a matter of fact, it was very easy to realize that in this case no secret or military information was involved and that the national security of the US was never affected. That was what the Pentagon said, in clear, plain language before the trial started. That was the testimony, under oath, by Admiral (R) Eugene Carroll (official transcripts pages 8196-8301), Army General (R) Edward Breed Atkeson (Idem pages 11049-11199), General and former Commander of Southern Command Charles Elliot Wilhelm (Idem pages 11491-11547), Air Force Lieutenant General (R) James R. Clapper (Idem pages 13089-13235).

Their testimonies were not secret, but were made voluntarily in open court. Probably such a parade of distinguished and decorated military chiefs sustaining the innocence of some young Cuban revolutionaries has not happen before a US Court of law. This didn’t make the news out of Miami, but the official transcripts of the trial are there for anybody to read.

Since the Cuban Five were condemned there have been other cases whose results sharply contrast with theirs. Let’s very briefly consider a few of them.

Khaled Abdel-Latif Dumeisi, accused of being an unregistered agent of the Saddam Hussein Government, was sentenced in April 2004, in the middle of the US war with Iraq, to 3 years and 10 months in prison.

Leandro Aragoncillo was found guilty in July 2007 of transmitting secret national defense information of the United States (around 800 classified documents) obtained from his office in the White House, where he worked as military assistant to Vice Presidents Al Gore and Dick Cheney. Mister Aragoncillo was sentenced to 10 years in prison while his co-conspirator Michael Ray Aquino got 6 years and 4 months.

Gregg W. Bergersen, a Defense Department analyst was found guilty in July 2008 of providing national defense information to unauthorized persons in exchange for money and gifts and was sentenced to 4 years and 9 months in prison.

Lawrence Anthony Franklyn, a US Air Force Reserves colonel, working in the Defense Department was found guilty of giving classified and national defense information, including military secrets, to representatives of a foreign government and was sentenced to 12 years and 7 months. But he never entered a federal prison. He was free while appealing and last May the Justice Department dropped the charges that sustained his case.

It goes without saying that none of the cases referred to above were tried in Southern Florida or involved any attempts to frustrate criminal plans.

The Cuban Five got, together, 4 life terms plus 77 years. They didn’t work at the White House, or the Pentagon, or the State Department. They never had or sought access to any secret information. But they did something unforgivable. They fought anti-Cuban terrorism and they did it in Miami.

Ricardo Alarcón de Quesada is president of the Cuban National Assembly.

Previous articles in the series:

     

Los Héroes olvidados

Espías sin espiar

por Ricardo Alarcón de Quesada
Traducción por CubaDebate
28 de agosto de 2009
Tomado de CubaDebate

El primer proceso, en septiembre de 1998, acusó a los cinco cubanos de ser agentes no inscritos de Cuba y de violaciones de menor importancia. El gobierno también acusó a tres de ellos -Gerardo, Ramón y Antonio- de “conspiración para cometer espionaje” (segundo cargo de la causa).

La Fiscalía no acusó a ninguno de ellos de espionaje en sí por una muy simple razón: no habían cometido tal cosa y por lo tanto nunca pudieron haberlo probado. Los fiscales fueron aún más lejos. En su declaración durante la apertura del proceso, advirtieron al jurado que no deberían esperar que ellos revelaran algún secreto o algo por el estilo. Lo único que tenía que hacer la Fiscalía era “convencer” a los miembros del jurado que los acusados eran maliciosas personas capaces de concebir un atentado que peligrara la Seguridad Nacional de los Estados Unidos en algún futuro hipotético. Y, según este argumento, los acusados tendrían que recibir el más severo castigo posible, porque eran unos tipos verdaderamente malos y capaces de perturbar la paz y la tranquilidad de Miami. ¿Recuerdan a Elián?

Para lograr ese objetivo de los fiscales, a pesar de lo que su propia causa decía, hicieron las más inflamatorias declaraciones en el juicio, acusando a los Cinco de al menos tratar de “destruir a los Estados Unidos” y recordándole a los atemorizados miembros del jurado que si no los condenaban estarían “traicionando a la comunidad”.

Los medios de comunicación se encargaron del resto. Ellos siempre han presentado a los Cinco Cubanos como “espías”, o como personas acusadas de ser “espías”. Los medios apretaron en su tarea. Ellos siguieron repitiendo el mismo tema, incluso después de que la Corte de Apelaciones en banc concluyó unánimemente en septiembre de 2008 que no había pruebas de que los acusados hubieran “obtenido o transmitido información secreta” o de que habían dañado la Seguridad Nacional de los Estados Unidos y por lo tanto decidieron que las sentencias del Cargo Dos (conspiración para cometer espionaje) eran erróneas. Decidió anular las sentencias y pedir la resentencia de Ramón y Antonio. (Undécimo Circuito de la Corte de Apelaciones, No. 01-17176, DC, Docket No. 98-00721-CR-JAL , páginas 70-81).

Sin embargo, a pesar de que reconoció que el mismo procedimiento debe aplicarse a Gerardo, en un acto increíble de discriminación judicial, el tribunal se negó a hacerlo aduciendo que una sentencia de muerte ya estaba pesando en su contra.

De hecho, era muy fácil darse cuenta de que este caso no tenía que ver con alguna información secreta o militar, y que la Seguridad Nacional de los EE.UU. nunca fue afectada. Eso había dicho el Pentágono, en un lenguaje claro y sencillo antes de que comenzara el juicio. Ese fue el testimonio, bajo juramento, del almirante retirado Eugene Carroll (transcripciones de las páginas oficiales del 8196-8301), general de Ejército retirado Edward Breed Atkeson (Idem páginas 11049-11199), el general y ex comandante del Comando Sur Charles Elliot Wilhelm (Idem páginas 11491-11547), y el teniente general retirado de la Fuerza Aérea James R. Clapper (Idem páginas 13089-13235).

Sus testimonios no fueron secretos, pero se hicieron voluntariamente en un proceso abierto y público. Probablemente ese desfile de jefes militares distinguidos y decorados sosteniendo la inocencia de unos jóvenes revolucionarios cubanos no había ocurrido anteriormente ante un tribunal de los Estados Unidos. Esto no fue noticia fuera de Miami, pero las transcripciones oficiales de la prueba están ahí para el que quiera leerlas.

Desde que los Cinco fueron condenados han ocurrido otros casos, cuyos resultados contrastan claramente con el de los Cinco. Vamos a considerar brevemente algunas de ellos.

Khaled Abdel-Latif Dumeisi, acusado de ser un agente no inscrito del gobierno de Saddam Hussein. Fue condenado en abril de 2004, en medio de la guerra contra Iraq, a 3 años y 10 meses de prisión.

Leandro Aragoncillo fue condenado en julio de 2007 de transmitir información secreta sobre la Defensa Nacional de los Estados Unidos (alrededor de 800 documentos clasificados) obtenidos desde su oficina en la Casa Blanca, donde trabajó como ayudante militar de los vicepresidentes Al Gore y Dick Cheney. Aragoncillo fue condenado a 10 años de prisión, mientras que su co-conspirador, Michael Ray Aquino, recibió una sentencia de 6 años y 4 meses.

Gregg W. Bergersen, un analista del Departamento de Defensa, fue condenado en julio de 2008 de proporcionar información de Defensa Nacional a personas no autorizadas a cambio de dinero y regalos, y fue sentenciado a 4 años y 9 meses de prisión.

Lawrence Anthony Franklin, un coronel de la reservas de la Fuerza Aérea de EE.UU., que trabaja en el Departamento de Defensa, fue condenado por ofrecer información clasificada de la defensa nacional, incluyendo secretos militares, a los representantes de un gobierno extranjero y fue sentenciado a 12 años y 7 meses de prisión. Sin embargo, nunca fue a una prisión federal. Era libre y, mientras apelaba, el Departamento de Justicia retiró los cargos que sustentaban su caso en mayo de este año.

Cabe decir que ninguno de estos casos fueron procesados en el sur de la Florida, y ninguno de esos acusados participar en algún intento de frustrar los planes criminales.

Los Cinco recibieron, en conjunto, cuatro cadenas perpetuas más 77 años. Ellos no trabajaban en la Casa Blanca o en el Pentágono o en el Departamento de Estado. No tenían y no trataron de tener acceso a alguna información secreta. Pero hicieron algo imperdonable. Lucharon contra el terrorismo anticubano y lo hicieron en Miami.

 

HOME  •  News Updates  •  Calendar  •  Resources  •  Store/Donations  •  Contact Us  •  HOME
Portada  •  Noticias  •  Calendario  •  Recursos  •  Tienda/Donaciones  •  Contáctenos  •  Portada