NATIONAL COMMITTEE TO FREE THE CUBAN FIVE
Comité Nacional por la Libertad de los Cinco Cubanos

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The Untold Story of the Cuban Five

History Repeats Itself

by Ricardo Alarcón de Quesada
Oct. 13, 2009
Reprinted from CounterPunch

Just a couple of days after the Clinton White House encounter with García Márquez, US diplomats in Havana approached Cuban authorities. We had a number of discussions specially focused on what the US had found about terrorist plots against civilian aircrafts and the warning that the FAA felt obliged to issue. In the course of those exchanges the US asked formally for a high level FBI delegation to come to Havana with a view toward receiving from their counterparts our intelligence concerning the ongoing terrorist campaign. In preparation for that visit an Assistant Secretary of State, John Hamilton, communicated that “this time they would like to emphasize the seriousness of the United States offer to investigate any evidence that [Cuba] might have.”

The meetings were held in Havana on June 16-17, 1998. The US team was given copious information, both documentary and testimonies. The material handed over included the investigations related to 31 terrorist acts, having taken place between 1990 and 1998, including detailed information on the financing of the most dangerous actions carried out by Luis Posada Carriles’s network. The information included lists and photographs of weapons, explosives and other material seized in each case. Additionally, 51 pages with evidence concerning how the money was routed to various groups for terrorist acts on the island. The FBI also received tapes recording 14 phone conversations in which Posada Carriles referred to violent attacks against Cuba. Specific data was provided on how to locate the notorious murderer, such as his home addresses, places he frequented, and his car number plates in El Salvador, Honduras, Costa Rica, the Dominican Republic, Guatemala and Panama.

The FBI took the files of 40 Cuban-born terrorists, most living in Miami, and the clues to find each individual. The US delegation brought back with them three 2-gramme samples of explosive substances from the bombs deactivated before they could have exploded in the Melia Cohiba Hotel on April 30, 1997 and in a tourist van on October 19, 1997, as well as the explosive device confiscated from two Guatemalans on March 4, 1998.

The FBI was also given 5 video and 8 audio cassettes and their transcripts with statements by the Central Americans who had been arrested for placing bombs in hotels. There they talked about their links to Cuban gangs and in particular to Posada Carriles.

The US side acknowledged the value of the information and made a commitment to reply as soon as possible.

We never got a word back. Nobody knows for sure what the FBI did with the evidence and the thorough information they received in Havana. They certainly did not use it to arrest any of the criminals or to open any investigations.

Wasn’t the State Department any more worried with the information it had gathered on its own concerning terrorist attacks against commercial airlines? What happened with their preoccupation with the lives and security of passengers, including American passengers?

Is that the way to “take immediate steps” on a problem “worthy of the full attention of his Government, of which they would urgently take care” as solemnly promised at the White House? Or “to emphasize the seriousness of the United States”?

It may be assumed that the FBI shared the information they got with their pals in Miami.

If facts have any meaning this must have been the case. On September 12, 1998, almost three months after the visit to Havana, we learnt through the media about the detention of Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando and René and that Mr. Pesquera, the FBI chief in Miami, was, on that Saturday morning, visiting with Ileana Ros Lehtinen and Lincoln Díaz-Balart – the Batista-Miami Congresspersons – to inform them of the incarceration of the five Cubans.

History repeated itself. In 1996 President Clinton gave instructions to stop Brothers to the Rescue air provocations, but when his orders reached Miami, the local mob conspired to do exactly the opposite. In 1998 the very same President appeared to be willing to put an end to terrorist attacks against Cuba – and also against Americans – but when his intentions were learnt in Miami, the FBI there blew them out.

Mr. Pesquera has recognized in a press interview that his main difficulty was in getting Washington’s authorization to apprehend the Five. It should have been very hard, indeed. Was not Washington supposed to be on the other side of the fence in the fight against terrorism?

But Mr. Pesquera and his cronies, won. They proved being able to ignore law and decency, and to ridicule again the US Commander in Chief. Remember Elian?

Ricardo Alarcón de Quesada is president of the Cuban National Assembly.

Previous articles in the series:

     

La Historia no contada de los Cinco

La Historia Se Repite

por Ricardo Alarcón de Quesada
13 de octubre de 2009
Reprinted from antiterroristas.cu

Solo un par de días después del encuentro de García Márquez en la Casa Blanca, diplomáticos estadounidenses en la Habana se acercaron a las autoridades cubanas. Tuvimos una serie de discusiones concentradas principalmente en lo que Estados Unidos había descubierto acerca de planes terroristas contra aeronaves civiles y en la advertencia que la Administración Federal de Aviación (FAA) se había sentido obligada a emitir. Durante esos intercambios Estados Unidos solicitó formalmente que una delegación de alto nivel del FBI viniera a la Habana con vistas a recibir de su contraparte información sobre la campaña terrorista que tenía lugar en esos momentos. Durante la preparación de esa visita el Secretario de Estado Asistente, John Hamilton, comunicó que “esta vez ellos querían enfatizar la seriedad de la oferta de Estados Unidos de investigar cualquier evidencia que [Cuba] pudiera tener.”

Las reuniones tuvieron lugar en la Habana los días 16 y 17 de junio de 1998. A la delegación norteamericana se le entregó abundante información, tanto documental como testimonial. El material entregado incluía las investigaciones relacionadas con 31 actos terroristas, que habían tenido lugar entre 1990 y 1998, muchos promovidos por la Fundación Nacional Cubano-Americana, que también organizó y financió las acciones más peligrosas llevadas a cabo por la red de Luis Posada Carriles. La información incluía listas detalladas y fotografías de armamentos, explosivos y otros materiales confiscados en cada caso. Adicionalmente, 51 páginas con evidencias relacionadas con el dinero aportado por la FNCA a varios grupos para realizar actividades terroristas en la isla. El FBI recibió también grabaciones de 14 conversaciones telefónicas en las cuales Luis Posada Carriles se refería a ataques violentos contra Cuba. Se entregó una detallada información de cómo localizar al notorio asesino, tales como direcciones de sus casas, lugares que frecuentaba, y los números de placa de sus autos en El Salvador, Honduras, Costa Rica, República Dominicana, Guatemala y Panamá.

El FBI se llevó los expedientes de 40 terroristas de origen cubano, la mayoría de los cuales vivían en Miami y los datos para encontrar a cada uno de ellos. La delegación norteamericana se llevó también tres muestras de 2 gramos cada una de sustancias explosivas de bombas desactivadas antes de que pudieran explotar en el Hotel Meliá Cohiba el 30 de abril de 1997 y en un ómnibus de turistas el 19 de octubre de 1997, así como el artefacto explosivo confiscado a dos guatemaltecos el 4 de marzo de 1998.

Al FBI también se le entregaron 5 cassettes de video y 8 de audio y sus transcripciones con las declaraciones de los centroamericanos que habían sido arrestados por colocar las bombas en los hoteles. Ahí ellos hablaban de sus vínculos con bandas cubanas y en particular con Luis Posada Carriles.

La parte norteamericana reconoció el valor de la información y se comprometió a dar una respuesta lo más pronto posible.

Nunca tuvimos una respuesta. Nadie sabe con certeza lo que el FBI hizo con las evidencias y con la pormenorizada información que recibió en la Habana. Definitivamente no la utilizaron para arrestar a ninguno de los criminales ni para abrir ninguna investigación.

¿Ya no estaba el Departamento de Estado preocupado por la información que ellos mismos habían reunido acerca de ataques terroristas a aviones comerciales? ¿Qué pasó con su preocupación por las vidas y la seguridad de los pasajeros, incluyendo las de los pasajeros norteamericanos?

¿Es esa la forma de “tomar medidas inmediatas” en un problema “que merece la completa atención de su Gobierno, del cual ellos se ocuparían urgentemente” como solemnemente prometieron en la Casa Blanca? ¿O de “enfatizar la seriedad de Estados Unidos”?

Puede asumirse que el FBI compartió la información que obtuvo con sus socios en Miami.

Si los hechos tienen algún significado ese fue sin duda el caso. El 12 de septiembre de 1998, casi tres meses después de la visita a la Habana conocimos a través de los medios de prensa de la detención de Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René, y de que el Sr. Pesquera, jefe del FBI en Miami, estaba, ese sábado en la mañana, visitando a Ileana Ros Lehtinen y Lincoln Díaz-Balart – los Congresistas batistianos de Miami – para informarles del encarcelamiento de los cinco cubanos.

La historia se repetía. En 1996 el Presidente Clinton dio instrucciones de poner fin a las provocaciones aéreas de Hermanos al Rescate, pero cuando sus órdenes llegaron a Miami la pandilla local conspiró para hacer exactamente lo contrario. En 1998 el mismo Presidente parecía estar dispuesto a poner fin a las acciones terroristas contra Cuba – y también contra los norteamericanos –, pero cuando sus intenciones se conocieron en Miami el FBI las voló en pedazos.

El Sr. Pesquera ha reconocido en una entrevista de prensa que su mayor dificultad fue lograr la autorización de Washington para arrestar a los Cinco. Sin dudas debió haber sido así. ¿No se supone que Washington esté del otro lado de la cerca en la lucha contra el terrorismo?

El Sr. Pesquera y sus compinches ganaron. Ellos probaron ser capaces de ignorar la ley y la decencia, y dejar en ridículo de nuevo al Comandante en Jefe de Estados Unidos. ¿Recuerdan a Elián?

 

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