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Sergio Corrieri: Art for the Revolution A legend in the Cuban cultural world and president of the Cuban Friendship Institute (ICAP), Sergio Corrieri, died in Havana Friday at the age of 69. His ashes will be on display Saturday from 9:00 a.m. to 4:00 p.m. at the funeral parlor at Calzada and K in the Vedado District. by Pedro de la Hoz Statement from the National Committee to Free the Cuban Five A modest man by virtue, totally committed to the fate of his country, a defender of socialist values and loyal to the historic leadership of the revolution, Corrieri never stopped working for his convictions and always gave his best to the tasks asked of him. Born in Havana on March 2, 1938, Corrieri leaves behind a legacy in the performing arts. Tomorrow he would have turned 70. Attracted to acting, he enrolled at the University Theater and debuted at sixteen in the play El nieto de Dios, by Joracy Camargo of Brazil. Corrieri was a founder of the Teatro Estudio group along with Raquel and Vicente Revuelta and was on stage during the premiere performance of Eugene O’Neill’s Long Day's Journey into Night. In his stage career, he played many diverse roles in plays by Miller, Chejov, Lope de Vega, Albee, Brecht, Schnitlzler, Dragun and Maiakovski. And on the road to becoming a director he showed extraordinary talent in the staging of the 1964 world premiere of the play Contigo pan y cebolla, the popular comedy written by Hector Quintero. But by then Sergio wasn’t only a man of the theater. "The revolution had changed our lives —he said in an interview— and opened new perspectives for Cuban culture. We understood that art had to be made with and for the revolution; art with sound values, performed while at the same time being a citizen and soldier." These interests led him to found the Escambray Theater Group in 1968, along with his mother Gilda Hernandez, a popular actress of her time. "We weren’t interested in repertory because the plays were all very beautiful. We weren’t trying to impose culture. We wanted to reach out to the people with points of view to help them understand their reality and be capable of transforming it." This gesture was unprecedented for someone considered one of the best actors in the country and having under his belt the brilliant and convincing lead role in the film Memories of Underdevelopment, a classic of Cuban cinema by Tomas Gutierrez Alea. His work heading the Escambray Theater Group, in an area undergoing dynamic socioeconomic transformations, only a few years after the counterrevolution tried to plant roots there, revealed in Sergio not only the maturity of his esthetic concepts but his leadership qualities as a revolutionary. While he directed and acted in memorable plays such as Ramona, El juicio, and Los novios, he was also identified by moviegoers for his role as hero Alberto Delgado in El Hombre de Maisinicu by Manolo Perez. Corrieri also moved Cubans across the island with his role of Fernando/David in the TV series En silencio ha tenido que ser, and grew politically at the helm of his Escambray collective and among the residents of the area. As such he was elected as a delegate to the First Congress of the Communist Party, and a member of the Central Committee beginning in 1980. He was elected as a member of the first legislature of the Cuban parliament in 1976, a seat he held for successive legislatures. During the fifth legislature, he was elected a member of the Council of State. From the Escambray Mountains he and his theater troupe left for Angola to share their art with the Cuban internationalists in the midst of an offensive of pro-imperialist forces. Days after the 1979 triumph of the Sandinista revolution in Nicaragua, he arrived to the Central American country. In 1985, he was named vice president of the Cuban Radio and Television Institute (ICRT). In 1987, he became the head of the Cultural Office of the Communist Party Central Committee and since 1990, had been the president of the Cuban Friendship Institute (ICAC). Since he took that post, amid the difficult times following the collapse of the Soviet Union and the Socialist Bloc and of ideological wavering on the left, Corrieri carried out an intense effort as spokesperson for the international solidarity movement with the Cuban revolution and contributed to spreading the word about the resistance and humanistic ideas of Cuban society. Among his most tireless efforts of recent years has been getting the truth out on the case of the Cuban Five, unjustly imprisoned in the US for having worked to prevent terrorist acts against their country, and reciprocating solidarity from important sectors of the US to Cuba. Aware of his fragile health, he accepted to head the organizing committee for the Seventh Conference of the Association of Cuban Writers and Artists (UNEAC), an effort highly appreciated by artists and intellectuals who always saw him as an example. Corrieri held several awards for his meritorious achievements including the Felix Varela Order, the Alejo Carpentier Medal, the Replica of the Machete of General Maximo Gomez issued by the Ministry of the Revolutionary Armed Forces and the 2006 National Theater Award. Only recently, at the opening of an exposition by artists Jose Omar Torres and Diana Balboa at the La Acacia Gallery, I asked him if he missed acting. "At times I feel nostalgic, but at those moments other efforts make me feel useful and fulfilled. If I had another life I wouldn’t hesitate to live this same one again trying to be even better." |
Sergio Corrieri, el arte por la Revolución Falleció ayer a los 69 años en La Habana el Presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, una de las más destacadas personalidades de la cultura nacional. Sus cenizas estarán expuestas este sábado, de 9:00 a.m., a 4:00 p.m., en la funeraria de Calzada y K, Vedado por Pedro de la Hoz Declaración del Comité Nacional por la Libertad de los Cinco Cubanos Cuando se mida la estatura humana de Sergio Corrieri Hernández, muchos recordarán seguramente aquellos versos de Bertolt Brecht, uno de los dramaturgos de su preferencia, en los que se habla de "los que luchan toda la vida", de "los imprescindibles". Hombre que ejerció la modestia como virtud, visceralmente comprometido con el destino de su Patria, defensor de los valores del socialismo y entrañablemente leal al liderazgo histórico de la Revolución, Corrieri nunca dejó de echar pie a tierra por sus convicciones ni de emplearse a fondo en cada una de las tareas que le encomendaron. En las artes escénicas dejó tras de sí una leyenda este habanero nacido el 2 de marzo de 1938 (mañana cumpliría 70 años). Atraído por la actuación, matriculó en el Teatro Universitario y debutó con 16 años en la pieza del brasileño Joracy Camargo, El nieto de Dios. Estuvo entre los fundadores de Teatro Estudio, junto a Raquel y Vicente Revuelta e integró el elenco de la primera puesta en escena de la mítica agrupación: Largo viaje de un día hacia la noche, de Eugene O’Neill. En su trayectoria teatral encarnó los más diversos y exigentes personajes en obras de Miller y Chejov, Lope de Vega y Albee, Brecht y Schnitzler, Dragún y Maiakovski, y al encaminar sus pasos hacia la dirección dio pruebas de su extraordinario talento en la puesta en escena del estreno mundial en 1964 de Contigo pan y cebolla, la popular comedia de Héctor Quintero. Pero ya desde entonces, Sergio no era solamente un hombre de teatro. "La Revolución había cambiado nuestras vidas —dijo en una entrevista— y abría nuevas perspectivas para la cultura cubana. Entendíamos que había que hacer arte con la Revolución y para la Revolución, arte de altos valores, y ser, al mismo tiempo como ciudadano, un soldado". Esas inquietudes lo llevaron a fundar en 1968 una experiencia inédita, el Grupo Teatro Escambray, junto a su madre, Gilda Hernández —una de las más entusiastas teatristas de su tiempo—, en el seno de la serranía del centro de la isla. Al evocar esa época, afirmó: "No nos interesaba el repertorio porque las obras fueran universalmente muy hermosas. No buscábamos esa culturización. Queríamos llegar a la gente con elementos de juicio para que pudiesen entender su realidad y capaces entonces de operar sobre ella". Fue aquel un gesto sin precedentes para alguien que ya estaba considerado como uno de los mejores actores del país y que contaba en su haber con el brillante y convincente desempeño del personaje protagónico en el filme Memorias del subdesarrollo, ese clásico de nuestro cine realizado por Tomás Gutiérrez Alea. Su labor al frente del Teatro Escambray, en una zona de dinámicas transformaciones socioeconómicas donde apenas unos años atrás la contrarrevolución trató de plantar raíces, reveló en Sergio no solo la madurez de sus concepciones estéticas sino las cualidades de un cuadro revolucionario. Mientras dirigió y actuó en puestas memorables como Ramona, El juicio y Los novios, y era identificado por el público en la gran pantalla por su interpretación del héroe Alberto Delgado en El hombre de Maisinicú, de Manolo Pérez, y conmovía a los cubanos de uno a otro confín de la isla con su formidable plasmación de Fernando/David en la serie televisiva En silencio ha tenido que ser, Corrieri crecía políticamente al frente de su colectivo escambradeño y entre los pobladores de la zona. Por ello fue delegado al Primer Congreso del Partido, miembro del Comité Central desde 1980, y electo diputado a la primera legislatura de la Asamblea Nacional del Poder Popular, escaño que ocupó luego sucesivamente por voluntad de su pueblo, y donde en la quinta legislatura fue elegido miembro del Consejo de Estado. Del Escambray, con sus actores, partió a Angola, en plena ofensiva de las fuerzas proimperialistas para compartir el arte con los internacionalistas cubanos. Y apenas unos días después del triunfo sandinista en Nicaragua, llegó solidario a esa tierra. En 1985 la dirección del país le pidió que ocupara la Vicepresidencia del Instituto Cubano de Radio y Televisión. En 1987 pasó a Jefe del Departamento de Cultura del Comité Central del Partido y desde 1990 se desempeñó como Presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos. Desde ese cargo, asumido en momentos sumamente difíciles en medio de la debacle de la Unión Soviética y el campo socialista, y de mudanzas ideológicas en el campo de la izquierda, Corrieri desarrolló una intensa labor como interlocutor del movimiento solidario internacional con la Revolución y contribuyó a que la resistencia y las ideas humanistas de nuestra sociedad fueran ampliamente difundidas. Entre sus desvelos durante los últimos años estuvo dar a conocer la verdad sobre el caso de los Cinco luchadores antiterroristas cubanos injustamente encarcelados en Estados Unidos, y reciprocar las acciones solidarias de importantes sectores de ese país hacia nosotros. Aun cuando sabía su salud quebrantada también aceptó, a raíz de la convocatoria al VII Congreso de la UNEAC, presidir los trabajos de la Comisión Organizadora, gesto sumamente apreciado por la vanguardia artística e intelectual que siempre vieron en él un ejemplo. Los méritos de Corrieri fueron reconocidos con la Orden Félix Varela, la Medalla Alejo Carpentier, la Réplica del Machete del Generalísimo Máximo Gómez que otorga el Ministro de las FAR y el Premio Nacional de Teatro 2006. Hace apenas unos días, en ocasión de compartir la inauguración de sendas exposiciones de José Omar Torres y Diana Balboa en la galería La Acacia, le pregunté si no extrañaba la actuación. "No creas —respondió—, a veces siento nostalgia, pero en estos otros afanes me he sentido útil y muy realizado. Si tuviera otra vida no vacilaría en vivir esta misma tratando de ser todavía mejor".
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