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Cuba medical examiner testifies in US perjury case by Will Weissert EL PASO, Texas (AP) — Metal shards from an ashtray blown apart by a bomb flew across a Havana hotel lobby and sliced the throat of an Italian tourist, a Cuban medical examiner told the jury Thursday in the federal perjury trial of an ex-CIA agent accused of lying about planning the attack. Ileana Vizcaino Dime, director of Cuba's state-run Institute of Forensic Medicine, testified against Luis Posada Carriles, an 83-year-old anti-communist considered Public Enemy No. 1 in his native Cuba, where his face is plastered on numerous billboards. Prosecutors say Posada planned a series of bombings in Cuba before sneaking into the U.S. in 2005. Jurors appeared to be listening carefully as Dime detailed in monotonous, dry tones the exceedingly bloody 1997 death at the center of the U.S. government's case against Posada, who faces 11 counts of perjury, obstruction of justice in an anti-terrorism investigation and immigration fraud. Posada admitted responsibility for the bombings to the New York Times in 1998, saying they were meant to cripple Cuban tourism but not kill anyone. He has since recanted those statements, however. In recent interviews with The Associated Press, he sidestepped questions about the bombings. Vizcaino described the autopsy of 32-year-old Fabio di Celmo, an Italian tourist who was in the lobby bar of Havana's Copacabana Hotel on Sept. 4, 2007, when the bomb planted in a metal ashtray exploded. The blast sent metal shards from the waste-high ashtray flying, and pieces severed di Celmo's jugular. "There was a massive loss of blood and profuse bleeding, the loss was irreversible and impossible to control," Vizcaino said and described two long, deep wounds across the victim's neck. "Death was inevitable. It was a violent death, a homicide." Jurors winced when federal prosecutors showed graphic photos of di Celmo's corpse and a jagged metal fragment extracted from his neck. That blast was one of nine that rocked hotels in Havana and the beach resort of Varadero between April and September 1997. A bomb also exploded at an iconic restaurant popular with tourists in the island's capital. Di Celmo was the only fatality, but about a dozen other people were wounded. Posada is not on trial for the bombings, only for allegedly lying about them during immigration hearings in El Paso — prompting the obstruction charges. The three prosecutors assigned to the case are from a Justice Department anti-terrorism unit in Washington. Along with failing to take responsibility for the bombings, prosecutors say Posada lied about how he got into the U.S and about having a Guatemalan passport under a false name. Vizciano testified that she has performed close to 1,000 autopsies and her office reports to Cuba's Ministry of Health — not the powerful Interior Ministry. She is the second Cuban official to testify a rare show of cooperation between the U.S. and Cuban governments, but it hasn't all gone smoothly. The defense called for a mistrial after receiving documents showing Lt. Col. Roberto Hernandez Caballero, an Interior Ministry investigator who headed an island task force on the bombings, also was a member of Cuban counter-intelligence. Posada's lawyers claimed Hernandez Caballero was a covert agent under orders to mislead the jury. U.S. District Judge Kathleen Cardone declined to grant a mistrial, although she said prosecutors were slow to divulge Hernandez Caballero's true identity. Posada spent two years in an immigration lockup, but was released in 2007 and has been living in Miami. He worked for the CIA for 12 years, until 1976. He later served as head of intelligence for Venezuela's government. He was acquitted by a Venezuelan military tribunal in the 1976 bombing of a Cuban airliner, but escaped from prison before a civilian retrial. In the 1980s, Posada helped support U.S.-backed Contra rebels in Nicaragua. He was arrested in Panama amid a plot to kill Fidel Castro during a visit there in 2000. He received a presidential pardon in 2004 and turned up in U.S. territory the following March. Cuba and Venezuela would like to try Posada for the hotel bombings or the 1976 airliner bombing, but a U.S. immigration judge has ruled he can't be deported to either country for fear he could be tortured.
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Diario de El Paso: La forense cubana por José Pertierra Febrero 24, 2011. El Paso, Texas.- A través del testimonio contundente de la médico forense cubana, Yleana Vizcaíno Dimé, hoy la fiscalía probó que la muerte de Fabio Di Celmo el 4 de septiembre de 1997 en La Habana fue un homicidio. La doctora Vizcaíno Dimé testificó ante el jurado en El Paso que Fabio Di Celmo murió de “una herida mortal por necesidad que le causó sangramiento masivo que fue imposible detener”. La defensa no pudo impugnar su testimonio y, consecuentemente, sus declaraciones constituyen evidencia no controvertida en el juicio contra Luis Posada Carriles. ¿QUIÉN ES ILEANA VIZCAINO? La médico cubana asumió el estrado esta mañana, vestida con un traje negro. El fiscal Timothy J. Reardon III condujo el interrogatorio por la fiscalía. Inmediatamente le pidió que describiera su trabajo. ”Soy médico forense en el Instituto de Medicina Legal en La Habana”, dijo la doctora. ”Llevo 21 años de médico, 18 de los cuales los dedico a la Medicina Legal”. Contó que se graduó en 1989, en el Instituto Superior de Ciencias Médicas en La Habana, y que rindió servicio social en la provincia cubana de Granma, por cuatro años. Tiene también un diplomado en Bioética. Ahora “organizo, planeo, distribuyo y controlo toda la actividad del Instituto de Medicina Legal, adscrito al Ministerio de Salud Pública de Cuba”, relató la Dra. Vizcaíno. Sabiendo que al abogado de Posada Carriles le gusta vincular a cada cubano que reside en Cuba con el MININT, el Fiscal lanzó un ataque preventivo. ”Díganos doctora si el Instituto de Salud Pública es parte del Ministerio del Interior”. Un poco sorprendida por una pregunta tan rara, la médico respondió: “No. Estamos vinculados al Ministerio de Salud”. LA AUTOPSIA DE FABIO DI CELMO Reardon entonces le pidió a la Doctora Vizcaíno que recordara el 4 de septiembre de 1997. “¿Usted realizó una autopsia ese día a Fabio Di Celmo?”. ”Sí. A eso de las 8 de la noche”, respondió ella. ”Me asistió la Dra. Marcia Espinosa”, añadió. ”Le muestro un documento que la corte ha clasificado como 116h ¿Usted lo reconoce y pudiera identificarlo?”, le preguntó Reardon a la médico forense. ”Sí”, respondió ella, “es el documento que certifica que yo realicé la autopsia de Fabio Di Celmo el 4 de septiembre de 1997″. “Por favor facilítenos un breve resumen de los resultados de la autopsia”, le pidió el fiscal a la doctora. La Dra. Vizcaíno resumió el documento con estas palabras: “Ese día nosotros realizamos la necropsia a las 8 de la noche y encontramos excoriaciones pequeñísimas -arañazos- que no guardaban relación alguna con la muerte. Sin embargo, encontramos dos heridas de tamaño considerable inciso-penetrantes de 10,5 centímetros de largo y 5 centímetros de ancho. La segunda herida era de características similares, pero de 8 centímetros de largo y 8 centímetros de ancho. La causas de la muerte fueron shock hipovolémico irreversible. Es decir, un sangramiento profuso de las arterias causado por una lesión mortal por un objeto metálico de bordes irregulares y filosos. El objeto es de un tamaño considerable. La muerte fue inevitable y violenta, causada por la velocidad con la que fue lanzado el objeto metálico por las ondas expansivas de la explosión y que resultó en la sección del paquete vásculo-nervioso y vasos paravertebrales.” Concluyó la doctora que la muerte de Fabio Di Celmo fue “un homicidio”. Sin todavía mostrarle el informe de la autopsia al jurado, el fiscal Reardon le enseñó a la Dra. Vizcaíno varias fotos del cadáver de Fabio Di Celmo. Una foto de los arañazos en el brazo izquierdo del difunto. Otra de las lesiones en su muslo derecho. Ambas con una escala interpuesta para medir mejor el tamaño de las excoriaciones. “Yo autoricé el uso de la escala”, testificó la doctora. LAS FOTOS DEL CADAVER Reardon entonces le pidió a la jueza que aceptara las fotos como evidencia y que se las proyectaran a los monitores de los integrantes del jurado. La Jueza Kathleen Cardone accedió y los integrantes del jurado las estudiaron cuidadosamente en las pantallas individuales que tienen al lado de sus asientos. ”Esas excoriaciones no tuvieron que ver con la muerte del Sr. Di Celmo”, le contó la doctora al jurado. El fiscal le mostró otra foto a la doctora. Clasificada por la corte como 116a. ”Esa es una foto del cadáver de Fabio Di Celmo”, le dijo ella al jurado. ”Las heridas están suturadas”. Al proyectarse esta última imagen en las pantallas, los integrantes del jurado acercaron sus miradas a los monitores para ver mejor el cuello del difunto con la evidente incisión de la autopsia. Antes del comienzo del testimonio de la Dra. Vizcaíno, la abogada defensora Rhonda Anderson había pedido que la jueza no permitiera que el jurado viera esa última foto, porque “la incisión de la autopsia aumentó el tamaño de la herida y esa imagen puede enardecer al jurado”, argumentó. La abogada Anderson tampoco quiso que el jurado leyera el reporte de la autopsia. Dijo que “la médico forense cubana no tiene conocimiento personal de que Di Celmo murió debido a una esquirla de metal lanzada por una explosión”. Añadió que “alguien le pudiera haber tirado el objeto de metal”. REARDON: EL SR DI CELMO NO ESTÁ DISPONIBLE El fiscal Reardon respondió: “lastimosamente el Sr. Di Celmo no está disponible para comentar sobre la causa de su propia muerte, y por eso es necesario utilizar el reporte de la autopsia”. La jueza rechazó los argumentos de la abogada Anderson y autorizó el uso de la foto del cadáver de Fabio y también el reporte de la autopsia. Ambos cautivaron a todos en la sala judicial. Los integrantes del jurado miraron largo rato las heridas en el cuerpo inerte de Fabio y leyeron atentamente el reporte de la autopsia. “¿Quién escribió ese reporte?”, preguntó Reardon. ”Yo lo escribí”, contestó con firmeza la doctora cubana. Ahí terminó el interrogatorio de la Doctora Yleana Vizcaíno Dimé ante el fiscal Timothy J. Reardon. La jueza anunció el receso de almuerzo y nos despidió hasta las 2 de la tarde. LA ABOGADA RHONDA ANDERSON El contra-interrogatorio de la doctora no lo condujo el abogado Arturo Hernández. La tarea le tocó a la abogada defensora Rhonda Anderson. Durante casi todo este proceso legal, ella se ha mantenido sentada al lado del abogado Arturo Hernández –detrás de una laptop Mac-, investigando, escribiendo y administrando los cientos de escritos, documentos y fotos que sostiene la defensa de Posada Carriles. Ella parece estar más cómoda ante una laptop que ante otro ser humano. Una mujer pálida, de pelo corto, Anderson es extremadamente delgada. Como el consejero brasileño de uno de los cuentos de Mario Vargas Llosa, esta abogada siempre parece estar de perfil. Su mirada es tan severa que da la impresión de que por su rostro no han pasado muchas sonrisas. Con cierta incomodidad, se acercó al podio para enfrentarse a la testigo. Con un marcado acento del sur de los Estados Unidos, le dijo a la Dra. Vizcaíno: “Welcome to the United States”. ”Gracias”, respondió escuetamente la Doctora Vizcaíno. Este caso ha marcado una histórica colaboración entre los gobiernos de los Estados Unidos y Cuba para enjuiciar a Luis Posada Carriles, un ex agente de la CIA que se ha pasado décadas haciéndole una guerra sucia al pueblo cubano. Su largo historial delictivo incluye el derribo de un avión civil de Cubana de Aviación con 73 personas a bordo, atentados contra el Presidente de la República de Cuba y otros funcionarios del gobierno cubano, más una campaña de bombas para aterrorizar y así socavar la industria turística cubana. No creo que la bienvenida que le ofreció la abogada defensora a la testigo cubana esta tarde sea del agrado de Posada Carriles. EL FALLIDO ESFUERZO DE LA ABOGADA DE POSADA Como he visto durante todo el juicio, el guión de la defensa de Posada Carriles intenta desprestigiar a los testigos cubanos e impugnar su testimonio. Esa era la tarea que le correspondía esta tarde a la abogada Rhonda Anderson. No le fue muy bien. Comenzó tratando de establecer que la Doctora Vizcaíno no tiene experiencia en casos de lesiones traumáticas (y consecuentemente que la doctora no está preparada para opinar adecuadamente sobre la causa de la muerte de Fabio Di Celmo). “Cuándo usted hizo su servicio social en Cuba, ¿en qué áreas de la Medicina trabajó?”, preguntó Anderson. La doctora respondió que trabajó en un hospital rural en la provincia Granma, y que se encargó de partos, asuntos relacionados con la ginecología y la obstétrica. Ahí se aprovechó Anderson y le preguntó a la doctora: “Entonces usted no ejerció en asuntos de trauma emergente, ¿cierto?”. Pero Anderson se había equivocado. La Dra. Vizcaíno respondió que sí había atendido casos de trauma. Anderson visiblemente se desinfló. Había calculado mal. Si la abogada estuviera al bate en un juego de pelota, el árbitro le hubiera cantado ahí mismo el primer strike. La abogada entonces le mostró a la doctora una fotografía, evidentemente tomada hace muchos años, de la Clínica Central Cira García en la Ciudad de La Habana. Le preguntó a la Dra. Vizcaíno si reconocía a la clínica Circa (sic) García. La foto era tan vieja y solamente captaba parte del complejo clínico del hospital donde falleció Fabio Di Celmo que al principio le costó trabajo a la doctora reconocerlo. “Creo que es el edificio de la clínica”, dijo ella aún no muy convencida. ”Esa clínica no es para la población cubana. ¿Cierto?”, preguntó la abogada. Reardon se paró. Molesto, le dijo a la jueza que era una pregunta inapropiada e impertinente. ”¿A dónde quiere usted llevarnos con esa pregunta?”, le preguntó la Jueza Cardone a la abogada Anderson. ”Hasta ahí”, respondió Anderson titubeando. La jueza desestimó la pregunta, dándole la razón al fiscal. El segundo strike contra la abogada Anderson. Visiblemente consternada, la abogada movió los papeles que tenía en el podio de un lado a otro. Miró hacia Arturo Hernández, y este le pidió que se le acercara. Consultaron medio minuto y Anderson regresó al bate. ”¿La herida de en el cuello de Di Celmo es un inciso?”, le preguntó a la Dra. Vizcaíno. ”Inciso-penetrante. Una cortada que le penetró. Por eso usé la frase inciso-penetrante en el reporte de la autopsia”, respondió con precisión la médico cubana. ”¿No hubiera sido posible detener el sangramiento si en el hospital le hubieran aplicado una compresión al cuello?”, disparó la abogada de Posada Carriles. “El sangramiento fue en extremo grave. Por eso la muerte fue inevitable. Era una herida mortal por necesidad”, respondió la doctora. ”No tengo más preguntas”, declaró la abogada Anderson. ¿Tercer strike? Era obvio que había sido ponchada por una testigo profesional, articulada y conocedora, cuyo testimonio no pudo ser impugnado por los trucos leguleyescos de los abogados de Posada Carriles. LO QUE NOS DEJO LA DOCTORA La Doctora Yleana Vizcaíno Dimé concluyó su testimonio y pronto regresará a La Habana, pero deja en El Paso sus declaraciones como evidencia de que la bomba que estalló en el Hotel Copacabana el 4 de septiembre de 1997, lanzó una esquirla de metal que le cortó la yugular a un joven de 32 años llamado Fabio Di Celmo. Le causó el sangramiento irreversible que lo mató. Pronto el jurado escuchará una grabación de Luis Posada Carriles, durante una entrevista al periódico The New York Times, en la cual alardea de ser el autor intelectual de ese asesinato. POSADA: NO PASÓ NADA, PERO LE CORTÓ LA YUGULAR Giustino di Celmo con una foto de su hijo Fabio durante una manifestación frente a la sede la Oficina de Intereses de EEUU en La Habana. Foto: AFP La fiscalía tiene citada a la periodista Ann Louise Bardach, quien entrevistó a Luis Posada Carriles en junio de 1998 en Aruba. Ella grabó gran parte de esa entrevista y-bajo órdenes judiciales- Bardach tuvo que compartirla con la fiscalía. El intercambio entre Bardach y Posada Carriles es comprometedor. Posada admite que una de sus bombas mató a Di Celmo, pero la culpa la tuvo la víctima -tuvo la mala suerte de situarse cerca de la bomba en el momento equivocado. Empleando la lógica retorcida de los asesinos, Posada le dijo a la periodista sobre el asesinato de Fabio Di Celmo: “No pasó nada, pero le cortó la yugular”. Bardach lo entrevistó en inglés. La traducción al español es mía:
Posteriormente, Posada Carriles le añadió a Bardach que no tiene remordimiento por la muerte de Fabio Di Celmo. ”Yo duermo como un bebé”, le dijo. Y es precisamente eso lo que ha hecho consistentemente durante este proceso en El Paso: se la pasa durmiendo en un asiento como si nada. Hoy Posada ni siquiera miró la pantalla para ver el cuerpo inerte de Fabio Di Celmo. Tampoco se perturbó durante el testimonio sobre la autopsia que la médico forense le realizó a la persona que su bomba mató en La Habana. OTRO TESTIGO Y UNA MOCIÓN El juicio quedó suspendido hasta el lunes. Mañana les cuento acerca del testimonio del otro testigo que la fiscalía presentó “fuera de turno”, hoy por la tarde, y también de una moción de la defensa de Posada Carriles para tomar declaraciones de una persona que está en Guatemala. Si la jueza la concede, tendríamos otra prórroga prolongada en el juicio, porque los abogados viajarían hasta allá para tomarle el testimonio. *José Pertierra es abogado y tiene su bufete en Washington DC. Representa a Venezuela en el caso de extradición de Luis Posada Carriles.
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