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The Barbados crime: no consolation Posada Carriles is still free by Deisy Francis Mexidor THE trophies of the fencing team still lie at the bottom of the ocean. Those who lost their loved ones that October 6, 1976 have lived their lives marked by sorrow. There is no consolation. The word "absence" has been translated into a mixture of pain and anger. Anger because, 32 years later, the culprit "sleeps like a baby" and is freely strolling through the streets of Miami, while relatives of the victims are still demanding justice. Posada Carriles is still freeLuis Posada Carriles is the murderer. Everybody knows it. It was he, together with Orlando Bosch – another of the terrorists bred by the White House – who organized the sabotage of a Cubana Aviación airliner en route from Caracas to Havana. They had to kill "a load of little black girls," said Bosch at the time with total contempt for human life. "The horror of the explosion and fire for the passengers and crew, trapped inside an aircraft that had reached a height of 6,000 meters," is unimaginable, said Commander in Chief Fidel Castro on October 15, 1976, during the memorial service for those who died in the brutal attack. One imperialist agency immediately spoke about possible mechanical failure, but the words of the pilot to the airport in Barbados remained on a taped recording for all to hear. And soon afterwards, other evidence was added. The sabotage had been planned in advance, with macabre meticulousness. That October 6, 73 people, of whom 53 were Cuban, including the junior fencing team, had their dreams, joy and hopes shattered. What occurred that day was like the chronicle of a crime foretold. In the month of August 1976, a supposed war bulletin appeared in a counterrevolutionary Miami newspaper describing how a car had been blown up outside the Cuban embassy in Colombia and that the offices of Air Panama had been destroyed. At the end of the article, came the announcement: "Very soon, we will attack planes in mid-flight…" It was signed by terrorist organizations in the United States, grouped together in the so-called United Revolutionary Organizations Command (CORU). THE PATHS OF TERROR In his attempt at an autobiography Los caminos del guerrero (The Paths of the Warrior), Posada confessed – shamelessly – to many of his crimes and, in particular, reveals his links with the U.S. government when he states that "in one epoch when our U.S. friends trained us and taught us how to use and manage weapons, explosives and incendiary devices," or, "what was yesterday considered to be an act of courage and patriotism called "action and sabotage," is now called "terrorism" and we are being pursued and imprisoned for the very same acts." More than 30 years have passed since that deplorable event off the coast of Barbados. Luis Posada Carriles does not regret a thing. That has been confirmed. In 2000, following those very same "paths," he tried to assassinate Fidel in Panama. He was arrested. Then, in 2004, he and his buddies received a pardon from Mireya Moscoso, Panamanian president at the time. Since March 2005, he has illegally resided in the United States and from that moment onward, we have witnessed how the White House has done everything possible to perpetuate his impunity. Posada has not been accused of terrorism. More than that, they are seeking – thanks to a few legal stunts – to secure him a presidential pardon, just as George Bush Sr. did for Bosch. Meanwhile, in Venezuela, those who were tortured by Carriles – aka Captain Basilio – have announced that they are to present evidence of his crimes in order to support Caracas’ extradition application, to date ignored by the Washington authorities. What a disgrace! An affront to justice that, 32 years after the horrendous attack, the criminal remains at large while five Cubans, anti-terrorist fighters who exposed the murderous activities of Posada and others like him, have been unjustly incarcerated for the last 10 years in maximum security prisons in the United States, the country that boasts of leading the "war on terror" in every distant and "dark" corner of the world. |
Crimen de Barbados: No Hay Consuelo Posada Carriles sigue libre por Deisy Francis Mexidor Los trofeos de los esgrimistas aún yacen en las profundidades del mar. Quienes perdieron a sus seres queridos aquel 6 de octubre de 1976 han vivido marcados por la tristeza. No hay consuelo. La palabra ausencia se traduce en una mezcla de dolor y rabia. Rabia, porque, 32 años después, el criminal "duerme como un bebé" y se pasea libremente por las calles de Miami, mientras los familiares de las víctimas aún claman justicia. Posada Carriles sigue libreLuis Posada Carriles es el asesino. Lo saben todos. Fue él, junto a Orlando Bosch, otro de los terroristas aupados por la Casa Blanca, quien organizó la voladura de un avión civil de Cubana en ruta de Caracas a La Habana. Había que matar a "un montón de negritas", dijo Bosch entonces con total desprecio a la vida humana. Inimaginable es "el drama que tiene que haber significado para los pasajeros y los tripulantes la explosión y el incendio encerrados en una nave aérea a una altura aproximada de 6 000 metros", expresó el Comandante en Jefe Fidel Castro el 15 de octubre de 1976, en la despedida del duelo de los que perecieron en el brutal atentado. Alguna agencia imperialista de inmediato habló sobre un posible fallo mecánico, pero en cinta grabada quedaron registradas todas las palabras del piloto transmitidas al aeropuerto de Barbados. A esa evidencia se sumaron inmediatamente otras. El sabotaje había sido planificado con tiempo, con meticulosidad macabra. Ese 6 de octubre, a 73 personas, de ellas 57 cubanos, entre los que se hallaba el equipo juvenil de esgrima, les segaron sus sueños, alegrías y esperanzas. Lo ocurrido aquel día fue como la crónica de un crimen ya anunciado. En el mes de agosto de 1976 apareció publicado en un periódico contrarrevolucionario que se edita en Miami un supuesto parte de guerra, donde después de referir cómo volaron un automóvil frente a la Embajada cubana en Colombia y destruyeron las oficinas de Air Panamá, declaran al final textualmente: "Muy pronto atacaremos aeronaves en vuelo...". Lo firmaban organizaciones terroristas radicadas en Estados Unidos, agrupadas en el llamado Comando de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU). n LOS CAMINOS DEL TERROR En un libro que pretende ser autobiográfico, Los caminos del guerrero, Posada confesó —sin que le tiemblen las manos— muchos de sus crímenes y especialmente deja al descubierto su vinculación con el gobierno estadounidense cuando confiesa, entre otras cosas, que "en una época nuestros ‘amigos’ norteamericanos nos entrenaron y adiestraron en el uso y manejo de armas, explosivos y técnicas incendiarias" o "lo que ayer era considerado como un acto de valor y patriotismo llamado ‘acción y sabotaje’, hoy se llama ‘terrorismo’ y se nos persigue y encarcela por los mismos actos". Han transcurrido más de tres décadas del deplorable hecho en las costas de Barbados. Luis Posada Carriles no se arrepiente de nada. Lo ha confirmado. En el 2000, siguiendo esos "caminos", intentó asesinar a Fidel en Panamá. Lo arrestaron. Luego fue amnistiado en el 2004 junto a sus compinches por Mireya Moscoso, entonces presidenta panameña. Desde marzo del 2005 ingresó ilegalmente a Estados Unidos y a partir de ese momento hemos sido testigos de cómo la Casa Blanca ha hecho lo posible para perpetuar la impunidad. A Posada no se le ha acusado como terrorista. Es más, ahora, le buscan —artilugios legales por medio— el perdón presidencial, tal como le hiciera a Bosch George Bush padre. Entretanto, en Venezuela, torturados por Carriles, el Comisario Basilio, anunciaron que presentarán pruebas de todas sus fechorías para apoyar la desoída solicitud de extradición presentada por Caracas ante las autoridades de Washington. ¡Qué infamia!, una afrenta a la justicia que a 32 años del horrendo atentado el criminal siga en libertad, mientras Cinco cubanos, luchadores contra el terrorismo, que señalaron con su dedo las actividades asesinas de Posada y otros como él, permanecen injustamente hace una década en cárceles de máxima seguridad en el territorio de EE.UU., el país que se precia ser líder en la "guerra contra el terror" en cualquier distante y "oscuro" lugar del mundo. |
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