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Posada case: what is Bush and Gonzales’ Justice Department trying to do?
by Jean-Guy Allard The two federal attorneys of the U.S. Justice Department’s Counterterrorism, instructed by Attorney General Gonzales to sink the Posada Carriles case forever, are well aware to what dead-end alley they have taken the case. On one side, Judge Kathleen Cardone, who granted the terrorist bail; on the other, U.S. District Judge Philip R. Martínez, who is still awaiting a dossier informing him why Posada is a danger to national security. The 5th Circuit Court of Appeals issued an order this Thursday to keep Posada in jail for now, giving Posada until Tuesday 17 to appeal that order and giving the prosecution more time to challenge his bail. With offices in Washington D.C., John W. Van Lonkhuyzen and Paul Ahern are the direct employees of that same Alberto Gonzales who, in 2002, as legal advisor to the White House, stated that the Geneva Convention did not apply to the treatment of enemy prisoners in the so-called war on terror. This is the same Gonzales that Congress is currently accusing of using the legal apparatus to the benefit of Republican ultra-right forces in the United States. Ahern has blocked the only legal way out of the labyrinth, according to what he told the AFP, by stating that the United States does not have the jurisdiction to try Posada for the sabotage of the Cubana Aviation passenger plane in 1976, ignoring with a perfect Bush-style arrogance the Convention for the Repression of Illicit Acts against Civil Aviation and the International Convention for the Suppression of Terrorist Bombings, both signed by the United States. With the deposit of the $350,000 bail bond in El Paso by the Apodaca’s Bail Bond company and the $100,000 presented in Miami by Posada’s mafia family, Van Lonkhuyzen and Paul Ahern are now trying to return Posada to the Immigration and Customs Enforcement (ICE) authorities, so that he can re-appear before Judge Martínez, who has asked for evidence of the danger posed by the most notorious torturer, killer and terrorist in America. Evidence that is not forthcoming. Posada Carriles, one of the masterminds of the sabotage of a Cuban passenger plane in 1976, in which 73 people died, is one step away from leaving prison for Miami, the location of his old accomplice Orlando Bosch, likewise the beneficiary of a legal system as crooked as it is corrupt. Meanwhile, the five Cuban anti-terrorist fighters who had the courage to penetrate the ranks of Miami terrorism are still incarcerated in five of the most brutal penitentiaries of the country that invented Abu Ghraib and Guantánamo. That is Bush’s justice.
| Caso Posada: ¿A dónde pretende ir la Fiscalía de Bush y Gonzales?
por Jean-Guy Allard Los dos fiscales de la Sección Antiterrorista del Departamento de Justicia encargados por el Procurador General Gonzales de hundir para siempre el Caso Posada Carriles, saben perfectamente a qué callejón sin salida llevaron el caso. De un lado, la jueza Kathleen Cardone, con la fianza otorgada al terrorista, del otro, el Juez Philip R. Martínez, quien sigue esperando un dossier donde se le diga por qué Posada es un peligro para la seguridad nacional. El aplazamiento concedido este jueves por la Corte de Apelaciones de Quinto Circuito de Estados Unidos mantiene a Posada en la cárcel por el momento, dando a los fiscales uno días más para "explorar la posibilidad de apelar a la decisión de la corte" y a Posada Carriles, hasta el martes 17 de abril para responder a esa orden. Con oficinas en Washington, John W. Van Lonkhuyzen y Paul Ahern, son empleados directos de este mismo Alberto González que, en el 2002, en su calidad de asesor legal de la Casa Blanca, afirmaba que las Convenciones de Ginebra no se aplicaban al tratamiento de prisioneros enemigos en la llamada guerra contra el terrorismo. Este mismo González que el Congreso acusa ahora de usar el aparato judicial en beneficio de la extrema derecha republicana. Ahern ya ha cerrado la única salida legal del laberinto al declarar a AFP que EE.UU. no tiene jurisdicción para juzgar a Posada por el ataque al avión de Cubana de Aviación en 1976, descartando con una prepotencia perfectamente bushista el Convenio para la Represión de Actos Ilícitos contra la Seguridad de la Aviación Civil y el Convenio Internacional para la Represión de los Atentados Terroristas Cometidos con Bombas, ambos suscritos por EE.UU. Al depositarse la fianza de 350 mil dólares en el El Paso por la firma especializada Apodaca's Bail Bond y los 100 mil dólares presentados en Miami por la familia mafiosa de Posada, Van Lonkhuyzen y Paul Ahern buscan ahora devolver a Posada a la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE), para enfrentarse de nuevo al juez Martinez que exige pruebas de la peligrosidad del torturador, asesino y terrorista más conocido de América. Pruebas que se niegan a presentar. Posada Carriles, uno de los autores de la voladura de un avión de Cubana de Aviación en 1976 donde murieron 73 personas, está a un paso de salir de su cárcel de Nuevo México para trasladarse a Miami donde radica su viejo cómplice Orlando Bosch, también beneficiario de un sistema judicial tan tramposo como corrupto. Mientras tanto, a los cinco combatientes antiterroristas cubanos que tuvieron la audacia de penetrar las filas del terrorismo miamense, se les mantiene encerrados en cinco de los establecimientos penales más brutales del país que inventó a Abu Ghraib y Guantánamo. Así es la justicia bushista.
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