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Twisting slowly in the wind. The Ferro case updated

by Emilio Paz
Apr. 7, 2007
Reprinted from Progreso Weekly

Robert Ferro finds himself in a precarious situation. In folk parlance, he could be described as "Hanging from the paint brush," "Holding the bag," or "Up the creek without a paddle."

Ferro, you may recall, is the 62-year-old Cuban-American who was arrested April 2006 in California after police found more than 1,500 firearms in his home in Upland, a suburb of Los Angeles.

The arsenal -- the largest ever impounded from a civilian -- included 35 machine guns, 130 silencers, three short-barreled rifles, a live hand grenade, a rocket-launcher tube and 89,000 rounds of ammunition. At the U.S. District Court in Riverside, Ferro pleaded not guilty to five charges (yes, only 5) of illegal weapons possession.

At first, Ferro claimed that he had bought the weapons with money supplied by the anti-Castro group Alpha 66, for the purpose of overthrowing the Cuban government in the course of a U.S.-supported invasion. From Miami, Alpha 66 denied the claim.

Then, Ferro claimed that he was a Central Intelligence Agency operative and that the agency had permitted him to buy and hide the guns, in preparation for the invasion. The CIA had documents to that effect, Ferro told the judge, and should make them public.

Last week, the agency reported that it had combed through its records looking for any ties to Ferro but had come up empty-handed.

"Diligent searches failed to disclose any record that CIA ever employed Mr. Ferro, contracted with him or otherwise used his services, or that Mr. Ferro ever rendered services, as a covert operative or otherwise, for CIA," David I. Miller, assistant general counsel for the CIA, said in a letter to the prosecutors.

"It appears the defendant's claim of participation in clandestine activities on behalf of the United States are false," Ferro's prosecutor, Deputy Attorney General Dennise Willett, told the court last week.

So, as things stand today, the institutions that (according to Ferro) encouraged him to buy the weapons and paid for them, claim not even to know the man. And he is left, as we said earlier, "holding the bag."

Who is telling the truth? The value of the weapons represents a huge investment. Who paid for them? Could an ordinary civilian like Ferro afford to buy them?

And why haven't the federal prosecutors charged him with attempted terrorism or, at least, suspicion of terrorism? Surely an arsenal like the one Ferro amassed was not intended for duck hunting. The mass extermination of humans was more likely the purpose.

This case is becoming -- as Alice said in Wonderland -- "curiouser and curiouser." And we shall continue to follow it.

Emilio Paz is a Miami-based writer.

 

     
Cimbreando a la intemperie. Actualización del caso Ferro

por Emilio Paz
7 de abril de 2007
Reimprimado de Progreso Semanal

Robert Ferro se encuentra en una situación precaria. En términos folklóricos, se diría que está "colgado de la brocha," "sujetando la bolsa" o "río arriba y sin remos."

Ferro, recordará usted, es el cubanoamericano de 62 años que fue arrestado en abril del 2006 en California, después de que la policía encontrara más de 1,500 armas de fuego en su casa en Upland, un suburbio de Los Ángeles.

El arsenal --el más grande incautado a un civil-- incluía 35 ametralladoras, 130 silenciadores, tres rifles de cañón recortado, una granada, una bazuka y 89,000 municiones. En la corte federal del distrito de Riverside, Ferro se declaró inocente de cinco cargos (sí, apenas 5) de posesión ilegal de armas.

Al principio, Ferro adujo que había comprado las armas con dinero suministrado por el grupo anticastrista Alpha 66, para fines de derrocar el gobierno cubano durante una invasión apoyada por Estados Unidos. En Miami, Alpha 66 negó tal aseveración.

Después, Ferro insistió que él era un operativo de la Agencia Central de Inteligencia y que la agencia le había permitido comprar y esconder las armas en preparación para la invasión. La CIA tenía documentos que confirmaban eso, Ferro le dijo al juez, y debería publicarlos.

La semana pasada, la agencia anunció que había peinado sus archivos en busca de cualquier lazo con Ferro pero que no había encontrado nada.

"Varias búsquedas diligentes no revelaron ninguna evidencia de que la CIA jamás dió empleo al Sr. Ferro, hizo contratos con él, o de otro modo utilizó sus servicios, o que el Sr. Ferro jamás rindió sus servicios como operativo encubierto o en otra capacidad para la CIA", escribió a los fiscales David I. Miller, asistente al abogado general de la CIA.

"Parece que el alegato del acusado de que participó en actividades clandestinas a nombre de Estados Unidos es falso", dijo a la corte el fiscal acusador, Dennise Willett, la semana pasada.

Así es que, como andan las cosas, las instituciones que (según Ferro) lo alentaron a comprar las armas y pagaron por ellas, ahora dicen que ni siquiera conocen al buen señor. Y así ha quedado él, como dijimos antes, "sujetando la bolsa."

¿Quién dice la verdad? El valor de las armas representa una enorme inversión. ¿Quién pagó por ellas? ¿Está el precio al alcance de un civil ordinario como Ferro?

¿Y por qué los fiscales federales no lo han acusado de intento de terrorismo, o por lo menos de sospecha de terrorismo? Sin duda, un arsenal como el que amasó Ferro no era para salir a cazar patos. Más probable es que el propósito fuera la exterminación masiva de seres humanos.

Este caso se está poniendo --como dijo Alicia en el País de las Maravillas-- "más y más curioso". Y lo seguiremos observando.

El periodista Emilio Paz vive en Miami.

 

 

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