Los cinco cubanos
por Juan Taveras Hernández 29 de octubre de 2008
Reimprimado de El Nacional (República Dominicana)
Desde el triunfo de la Revolución en el año 1959, Estados Unidos ha mantenido una actitud hostil hacia Cuba, aplicado un bloqueo económico que bien puede considerarse criminal por el costo en vidas, impidiendo un mayor crecimiento económico y social del pueblo cubano.
Irrespetando todos los tratados internacionales, ignorando resoluciones de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) en contra del bloqueo y a favor del derecho de autodeterminación del pueblo cubano, Estados Unidos a lo largo de casi 50 años ha mantenido una agresión sistemática contra un pueblo que apenas representa el 0.7% de la población mundial. El país más poderoso de la tierra mantiene por 50 años una guerra sucia que ha incluido invasiones militares, sabotajes, intentos de asesinato de su líder Fidel Castro, hoy en retiro, sin poder doblegar la voluntad de acero del pueblo cubano.
Ha sido una guerra injusta, desigual, durante la cual los cubanos han tenido que pagar un precio muy alto. Sin esa actitud agresiva, implacable, sin duda Cuba fuera hoy una potencia mundial en ciencia y tecnología mayor que Taiwán o cualquier otra nación pequeña desarrollada.
Pero los gobiernos de Estados Unidos, a sangre y fuego, han impedido que Cuba crezca y se desarrolle en libertad.
El caso de los cinco patriotas cubanos presos desde hace ya más de diez años acusados de espionaje y de planificar actos de terror contra Estados Unidos, es una muestra más de la guerra irracional de ese inmenso país contra una nación anclada en una pequeña isla del Caribe, con una población que no sobrepasa los 12 millones de personas; un país todavía pobre y subdesarrollado, en gran parte gracias a esa guerra sin sentido.
René González, Antonio Guerrero, Fernando González, Gerardo Hernández y Ramón Labañino, como ha sido probado, no son espías ni terroristas, son patriotas, hombres que aman a su pueblo, que luchan por la libertad y la justicia, que quieren ver algún día a su país libre de toda potencia extranjera. Patriotas que no quieren más atropellos, ni más agresiones contra su país. Los cinco cubanos son intelectuales, escritores y poetas, profesionales de distintas áreas del saber humano de alto nivel; gente que pudiera estar en posiciones económicas ventajosas frente a sus conciudadanos del mundo, pero que prefirieron el sacrificio martiano de luchar por los demás sin importar los riesgos.
Contra los cinco patriotas cubanos se cometieron atropellos incalificables; se violaron sus derechos políticos y constitucionales. Las propias leyes estadounidenses fueron desconocidas. La constitución se ignoró. En buen derecho no había forma de condenar a los imputados. Pero se impuso la fuerza, se impuso el prejuicio y la sed de venganza, no contra los cinco, sino contra el pueblo cubano y su gobierno socialista.
El juicio contra los cinco fue un show de mal gusto. Un teatro. Una farsa. Se montó en Miami, no en una ciudad neutral. Una cosa quedó clara, sin embargo: Los cinco no son espías ni terroristas. Todo lo contrario. Intentaban salvar vidas de cubanos y de norteamericanos. No merecían pues, una condena, merecían y merecen un reconocimiento.
En un mensaje al pueblo de Estados Unidos en el año 2001, para explicar los motivos que los llevaron a ese país en una misión para evitar acciones terroristas contra Cuba los cinco dicen: “Nos guió un fuerte sentimiento de solidaridad humana, amor a nuestra patria y desprecio por todo lo que no respete la dignidad del hombre”
“Los acusados en esta causa no nos arrepentimos de lo que hemos realizado para defender a nuestro país. Nos declaramos totalmente inocentes. Nos reconforta el deber cumplido con nuestro pueblo y nuestra patria. Nuestras familias comprenden el alcance de las ideas que nos han guiado y sentirán orgullo por esta entrega a la humanidad en la lucha contra el terrorismo y por la independencia de Cuba”.
Pienso que todos los amantes de la justicia y la libertad en América Latina y en el mundo, tienen que expresar su solidaridad hacía los cinco y la exigencia de su puesta en libertad.
Todos los gobiernos democráticos del mundo, incluso el nuestro, están en el deber de exigir la libertad sin condiciones de los cinco patriotas cubanos. Tanto la Cámara de Diputados como el Senado, pueden enviar notas a sus colegas norteamericanos. Lo mismo puede hacer la Cancillería, los partidos, etc. La causa de los cinco es o debe ser una causa de todos.
Yo me inclino reverente ante Gerardo Hernández Nordelo, Ramón Labañino Salazar, René González Sehwerert, Fernando González Llort y Antonio Guerrero Rodríguez.
Y desde la República Dominicana, tierra de Máximo Gómez, exijo -¡coño!- la libertad de los cinco patriotas cubanos. |