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Apr. 18, 2012 April 14, 2012 "Year 54 of the Revolution" Dear compatriots: Returning to the world of the absurd after a very brief visit to the homeland which has led to the most diverse ramblings – some at a level of insanity only possible for the detractors of our society – it's time for me to pay a debt I owe to my people with these words. They are not directed to those who were hoping to criticize us, anticipating that my stay in Cuba would become a political event and are now doing so because it was so discreet. Nor are these words directed to those who predicted I would not return and are now seeking the most diverse rationalizations to explain what I did. This is about an elemental responsibility I have to a people who felt as their own the respite offered by my brief visit, many of whom hoped to follow my visit in a spirit of solidarity and generosity. I owe these words only to this last group. As has been reported, my request to travel to Cuba was of a humanitarian nature, within the letter and spirit of the legal framework established for my supervised release. It did not represent a favor or a political demand, but rather a situation which had been foreseen within the law, which was resolved strictly adhering to the legal stipulations. In this same spirit of respect for the law which has guided us from the beginning of this process, it was absolutely necessary that my stay in the homeland not include anything which did not conform to the nature of my request. We had given our word and the moral authority, which the Five have won over the years throughout this story, was in the balance. This was the reason for the lack of exposure given my visit, which may have seemed surprising to some. I'm sure that this explanation will be understood by all who love us and who saw my visit as an opportunity for public demonstrations of joy and happiness. The limitations imposed by the nature of my trip made this impossible, beyond that which occurred spontaneously in a few places where my presence was required given the obligation to express my gratitude or shared experiences, in addition to the limitations on my time which was devoted to the reunion with my family and visiting my ill brother, the concrete reason for my trip. I have returned with unforgettable memories of the brief moments I walked along our streets and the spontaneous contact with some of our people, which are a source of inspiration and give me strength. I received during these days, from Cubans in all walks of life, open and sincere affection, always respectful of the conditions under which my visit took place and with the discretion required, in the most diverse expressions. I knew that by way of everyone of these compatriots, I was receiving the affection of millions who would have liked to have known about my stay. To all – those who I had the privilege of meeting and those I did not – I would like to express my most profound gratitude, be it for your generous demonstrations of respect, your expressions of solidarity or best wishes for my brother. Returning to the world of the absurd, I will devote myself to continuing this long battle for justice. It was absolutely necessary that my behavior in Cuba be extremely cautious. It was absolutely necessary that I return. I carry in my heart the intense experiences of those beautiful 14 days with my people, with whom I will some day celebrate the return of the Five. For now, to all of you, in the name of my family and my own, I send you our most profound gratitude. And in the name of the Five, I reiterate that we will not fail you and will always strive to be worthy of your support. A firm embrace. René González Sehwerert |
Mensaje de René González al pueblo de Cuba
17 de abril de 2012 14 de abril de 2012 Mensaje a mi pueblo: Queridos compatriotas: De regreso al mundo del absurdo tras una muy breve visita a la patria que ha suscitado en algunos las más diversas elucubraciones -muchas de un nivel de insania que sólo los detractores de nuestra sociedad pueden ejercitar- es tiempo de saldar una deuda con nuestro pueblo a través de estas palabras. No van dirigidas a quienes esperaban criticarnos anticipando que mi estancia en Cuba se convirtiera en un acto político y ahora lo hacen porque resultó en un ejemplo de discreción; ni a los que auguraban que no regresaría y ahora se buscan las más disímiles racionalizaciones porque lo hice. Se trata del elemental deber ante un pueblo que recibió como suyo el alivio que significó este paréntesis, muchos de cuyos hijos en el mejor espíritu solidario y generoso esperaban seguir mi visita. Sólo a estos últimos las debo. Como bien se informó la solicitud de mi viaje a Cuba tuvo un carácter humanitario en el marco de la letra y el espíritu de la figura jurídica de libertad supervisada. No se trató ni de un favor ni de una demanda política, sino de una situación prevista por las leyes y cuya solución fue tramitada en el más estricto apego a las mismas. En el mismo ánimo de respeto a la legalidad que nos ha guiado desde el principio de este proceso era imprescindible que no convirtiéramos mi estancia en la patria en algo que no se ajustara a la naturaleza de tal solicitud. En ello iba nuestra palabra y se ponía en juego el espacio moral que durante estos años hemos conquistado, los Cinco, en esta historia. De lo anterior se desprende la poca exposición que se dio a la visita, y que puede haber parecido sorprendente para algunos. Estamos seguros de que esta explicación será comprendida por todos los que nos quieren, y que veían en mi estancia la posibilidad de algunas demostraciones públicas de regocijo y alegría. Las limitaciones que impuso la naturaleza de mi viaje hicieron esto imposible, más allá de lo que se pudo propiciar espontáneamente en algunos lugares en que mi presencia era ineludible por razones de obligado agradecimiento o pasadas vivencias; añadidas las restricciones de tiempo dadas por el encuentro con mi familia y el compartir con mi hermano enfermo; motivo directo de mi viaje. De mis breves andares por nuestras calles y del contacto espontáneo con parte de nuestro pueblo me traigo recuerdos imborrables, que me sirven de inspiración y me dan fuerzas. De cubanos de todas las procedencias recibí en estos días un cariño fluido, sincero, respetuoso de la condición de mi visita y de la discreción que requería, expresado en todas las maneras posibles. Sé que a través de cada uno de esos compatriotas me estaba llegando el afecto de los millones que hubieran querido estar al tanto de nuestra estancia. A todos -tanto los que me privilegiaron con su contacto como los que no- les quiero expresar mi profundo agradecimiento ya sea por sus muestras de generoso respeto como por sus expresiones de solidaridad y buenos deseos para con mi hermano. De regreso al mundo del absurdo me dispongo a seguir en esta larga batalla porque se nos haga justicia. Era imprescindible que mi conducta en Cuba fuera de extrema moderación. Era impensable que no regresara. Me traigo en el corazón las intensas vivencias de estos hermosos catorce días junto a mi pueblo, con el que algún día celebraremos el regreso de los Cinco. Por lo pronto a todos, en nombre de mi familia y en el propio, llegue nuestro más profundo agradecimiento. Y en nombre de los Cinco, les reitero que no les fallaremos y seremos siempre dignos de ustedes. Un fuerte abrazo. René González Sehwerert
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