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Message from René González
June 19, 2009 HAVANA, Cuba, Jun 18 (acn)Rene Gonzalez, one of the five Cuban antiterrorist fighters held in US jails sent a message to a demonstration taking place at Havana´s Jose Marti Antimperialist Tribune, where Cuban youths, workers, members and leaders of the Young Communist League have gathered tonight to protest the recent decision by the US Supreme Court, under the orders of the US administration, to not review the case of the five Cuban heroes, who were given extremely long and unfair sentences for fighting terrorism. ACN brings you the full text of Rene´s message: Dear compatriots; Friends from the world; Once again the judicial mask of the most hypocritical society that has ever existed falls down exposing the true face of US imperialism and insulting the world conscience with a cynical message: Their own laws will not prevent them from securing the impunity of their own terrorists. It has not been difficult to understand the meaning of the term change in the jargon of the US establishment --at least when it refers to Cuba. The web of crimes, genocide, arrogance and meanness that has shaped the psyche of this empire will not be disentangled by the election of a new charismatic president timely drawn out of a still oppressed segment of the American people. To us, the Five, who for over a decade have been treated with despicable viciousness and cowardice, it is but the reiteration of an already familiar moral: It does not matter how low our captors have fallen, they can always prove their infinite capacity to For our families and for us any time is already too late to do us justice; and the same is true of the decimated native peoples; of the countries whose territories have been usurped; of the millions of human beings burned to death by incendiary bombs, vanished by accomplices to dictatorships, tortured under the advise of Yankee officers or massacred around the world by corporate appetite. It is much too late to do justice to the thousands of victims of terrorism against Cuba, the same terrorism whose prevention is our unforgivable crime. We, the Five, can be considered fortunate in comparison with those millions of victims; innocent children of all ages; people of every race and creed who under all kinds of ordinary circumstances have become collateral damage; human beings deprived of the basic right to life in the safety of their homes, with their families, who have been suddenly and unexpectedly removed from their daily lives. We are five soldiers proudly and consciously occupying our trench, who have decided to rise for something rather than to fall for nothing. We are the living mirror of the moral values of a people where the enemy –helpless and full of rage-- can see its own lack of values, its spiritual poverty, its frail image and all its evils. We are five Cuban revolutionaries the enemy will never subdue, an enemy that will live every day of its life with the humiliation of not understanding why. To the peoples of the world, the shamelessness of this process is but the repetition of an old lesson: We are facing an empire that will not stop before any crime if it believes it can get away with it. No ethical consideration or universal outcry will make it stop but the price imposed by resistance. To the Cuban people, the real target of this act of vengeance, it becomes another reason to be united, to not believe in appearances, to always expect the worst from the aggressor, and to never cease in the construction of a society where the hypocrisy, revanchism, indignity, deceit and cowardice that fostered a process like ours are never taken for human virtues, as it is the case in the neighboring empire. That will be the only measure of justice worthy of all its victims. Ever Onward to Victory! |
Mensaje de René González
19 de junio de 2009 Queridos compatriotas. Amigos de todo el mundo: Una vez más, la mascarilla judicial de la sociedad más hipócrita jamás erigida se deshace, dejando al descubierto el rostro verdadero del imperialismo norteamericano y abofeteando la conciencia del mundo con un cínico mensaje: No serán sus propias leyes las que les impidan garantizar la impunidad a sus terroristas. No ha tomado mucho para que comprendamos lo que en el argot del establishment norteamericano significa -al menos cuando se trata de Cuba- la palabra cambio. La madeja de crímenes, genocidios, arrogancia y bajezas sobre la que se ha tejido la psiquis de este imperio no se desenredará por la elección de un carismático presidente, oportunamente sacado de entre un sector aun oprimido del pueblo norteamericano. Para nosotros cinco, sometidos a más de una década de ensañamiento ruin y cobarde, no es más que la reiteración de una familiar moraleja: No importa cuan bajo hayan podido caer nuestros captores, ellos siempre podrán demostrarnos su infinita capacidad de rebajarse aun más. Para nosotros y para nuestras familias, ya cualquier momento sería demasiado tarde para recibir justicia. También lo será para los pueblos nativos diezmados; para los países cuyos territorios han sido usurpados; para los millones de seres humanos incinerados vivos por bombas incendiarias, o desaparecidos por dictaduras cómplices, o torturados bajo la asesoría de oficiales yankees, o masacrados alrededor del mundo por apetencias corporativas. Es demasiado tarde para hacer justicia a las miles de víctimas del terrorismo contra Cuba; terrorismo cuya prevención es nuestro imperdonable crimen. Frente a esos millones de víctimas; niños inocentes de todas las edades; ciudadanos de todas las razas y credos convertidos, bajo las más disímiles y ordinarias circunstancias, en daños colaterales; seres humanos privados del elemental derecho a la vida en la seguridad de sus hogares, en el seno de sus familias o arrancados abruptamente y sin aviso a la cotidianeidad; nosotros cinco somos afortunados. Somos cinco soldados, ocupantes conscientes y orgullosos de una trinchera, que hemos escogido levantarnos por algo antes que caer por nada, espejo vivo de la moral de un pueblo en que el enemigo ve reflejados, lleno de impotencia y rabia, su falta de valores, su pobreza de espíritu, la fragilidad de su autoimagen y todas sus miserias. Somos cinco revolucionarios cubanos a los que no podrán doblegar jamás, y habrán de vivir cada día la humillación de ser incapaces de entender el porqué. Para los pueblos de todo el mundo la desfachatez de este proceso es la reiteración de una vieja lección: Enfrentamos un imperio que no reparará en cualquier crimen, conque sólo calcule que se podrá salir con la suya. No habrá consideración ética o clamor universal que les haga detenerse, sólo el precio que les imponga la resistencia. Para el pueblo de Cuba, al que va dirigido este nuevo acto de venganza, es otro llamado a cerrar filas, a no creer en apariencias, a esperar del agresor siempre lo peor, y a no cejar en la edificación de una sociedad en que la hipocresía, el revanchismo, la indignidad, la mentira y la cobardía que han impulsado un proceso como el nuestro estén bien lejos de ser, como lo son en el vecino imperio, virtudes ciudadanas. Esa será la única medida de justicia digna de todas sus víctimas. Hasta la Victoria Siempre.
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