Dear friends:

It's been exactly one decade since Judge Lenard — in a Miami courtroom — imposed a wrong and unjust life sentence on me.

I wonder, how many wrong things had happened until that day of my sentence?

It was wrong to try to find an impartial jury there, which could never be found.

It was wrong not to permit us access to our evidence, classified as secret documents, locking them into a second hole, where only a few times were we allowed to read them with our lawyers.

It was wrong to decide that only a part of that evidence, which the government decided, would be permitted to use in that courtroom.

It was wrong to deny us the fundamental theory of "necessity defense," which would demonstrate the reasons that we carried out our activity without registering (with the attorney general).

It was wrong to allow with impunity all the acts of misconduct by the prosecutors and many of their witnesses.

Each sentence imposed on my brothers was wrong and unjust. I had the honor of watching them pronounce their sincere and honorable words, and to receive with courage the serious and extraordinary sentences.

Finally, it was wrong to have had a "trial," the longest seen in the court, where we could never receive justice, after having denied us a change of venue to a city just a few hours from there.

That error was corroborated by a panel of three judges of the 11th Circuit of Appeals in Atlanta, who ruled unanimously, after analyzing all the arguments of our direct appeal for three years and giving their verdict in 2005.

There, in the midst of a perfect storm, in that Courtroom of Miami, is our last legal recourse, the Habeas Corpus, in the hands of that same Judge Lenard, who for her misjudgment caused us to stay in one of the most violent penitentiaries in this country for 8-1/2 years.

There are things that one is capable of overcoming but not to forget, although we will never hold one iota of rancor in our hearts.

With love and friendship, we will win!

Five hugs,

Antonio Guerrero Rodríguez

December 27, 2011
FCI Florence

Queridos amigos:

Ha pasado exactamente una década desde que en una sala de la Corte de Miami la Jueza Lenard me impuso una sentencia de vida errónea.

¿Cuántas cosas erróneas hubo hasta llegar a ese día en aquella sala?, me pregunto.

Erróneo fue buscar allí un jurado imparcial donde jamás se podía hallar.

Erróneo fue no permitirnos tener acceso a nuestras evidencias, clasificándolas como documentos secretos y encerrándolas en un segundo hueco, a donde pocas veces pudimos ir a leerlas con nuestros abogados.

Erróneo fue decidir que sólo una parte de esa evidencia, la que determinó el gobierno, fuera la que se pudiera usar en esa sala.

Erróneo fue impedir usáramos la fundamentada teoría de necesidad, que demostraba las razones que nos llevaron a hacer nuestra actividad sin registrarnos.

Erróneo fue permitir impunemente todos los actos de mala conducta de los fiscales y de muchos de sus testigos.

Errónea fue cada sentencia impuesta a mis hermanos, a los que tuve el honor de ver erguirse en sus palabras sinceras y dignas, y recibir con entereza las mayores y más descomunales condenas.

Erróneo, en fin, fue haber hecho el "juicio" más largo que se haya visto en esas Cortes, donde jamás podríamos recibir justicia, tras habernos negado un cambio de sede a una ciudad que está a pocas horas de allí.

Ese error lo corroboró un panel de tres jueces del Onceno Circuito de Apelaciones de Atlanta, de forma unánime, luego de por tres años analizar todos los argumentos de nuestra apelación directa y dar su veredicto en el 2005.

Allí, en medio de la tormenta perfecta, en esa Sala de la Corte de Miami, está nuestro último recurso legal, el Habeas Corpus, en manos de esa misma Jueza Lenard que por su error nos hizo estar en una de las más violentas penitenciarias de este país por ocho años y medio.

Hay cosas que uno es capaz de vencer, pero nunca de olvidar, aunque jamás albergaremos en nuestros corazones un ápice de rencor.

Con el amor y la amistad, ¡Venceremos!

Cinco abrazos.

Antonio Guerrero Rodríguez

27 de diciembre de 2011
FCI Florence